jueves, 5 de marzo de 2015

Dólar y bonos ya apuestan al que venga

Algunas de las acepciones de la palabra inglesa â??blooperâ?? son error, fallo estrepitoso o metida de pata. Y viene a cuenta de un blooper financiero de la Presidenta en su mensaje del domingo ante la Asamblea Legislativa.
Fue cuando, recurriendo a una nota del periodista Joseph Cotterill en el londinense Financial Times celebró que los bonos de la deuda externa argentina â??coticen hoy por sobre su valor nominalâ??.
La intención de Cristina Kirchner fue destacar que, pese a no haber arreglado el diferendo por la deuda con los fondos buitre, los títulos argentinos habían subido en forma importante.
El balde de agua fría llegó cuando, poco después, el periodista le agradeció la mención a la Presidenta pero agregó que â??me temo que el precio de los bonos sube por el poco tiempo que le queda de mandatoâ??.
El episodio de la Presidenta y el columnista del Financial Times explica buena parte de lo que está pasado, y de lo que se cree que vendrá, en materia económica.
La situación es inédita en la historia económica argentina reciente y podría definirse como un momento particular del cuadro político actual: el gobierno que asumirá a partir de diciembre estaría favoreciendo la financiación del gobierno que está de salida.
En otras palabras, ocurre que los agentes económicos creen que un eventual gobierno de Daniel Scioli, Mauricio Macri o Sergio Massa hará mejor las cosas en materia económica que la saliente Cristina Kirchner y, por tanto, adelantan la toma de decisiones financieras.
Aunque no se note en la superficie para la mayoría de los argentinos que trabajan todos los días, la Argentina está viviendo una fiesta financiera en las últimas semanas.
Grandes fondos de inversión del mundo están comprando bonos argentinos, o analizan hacerlo, a partir de la buena ganancia que prometen.
A modo de síntesis: hoy la Argentina (con una deuda en dólares bajísima de 12% del PBI) tiene bonos que pagan 9% anual en dólares mientras que los de los vecinos ofrecen 4,5%. El país paga el doble y eso es un costo grande que afronta toda la población y disfrutan mucho los especuladores.
En un mundo de tasa cero, quien ofrece 9%, y además con el aliciente de creer que sea el que sea el próximo gobierno honrará las deudas, se transforma en una vedette financiera. Y eso es lo que está viviendo la Argentina en estos días.
A modo de ejemplo, un bono de descuento en dólares emitido con ley local (a salvo de buitres) vale 93 dólares y rinde 9,17%.
Con una suba del precio del título que baje la renta a 7,5% y que seguiría siendo alta, la ganancia de capital sería de 14,5% y además le quedarían los cupones de intereses.
Parece un negocio redondo, o eso entienden los compradores al calor de la idea de que el gobierno actual no buscará ni llegará a ningún acuerdo por la deuda con los fondos buitre, pero el que venga seguramente lo hará.
El â??efecto salidaâ?? de Cristina y la apuesta a menos controles y reglas económicas más ortodoxas a partir de fin de año tiene otras aristas que se vienen consolidando en los últimos tiempos.
Uno de esos puntos es el atraso del precio del dólar oficial (cuesta $ 8,735) frente a la inflación (¿Usted compraría o vendería dólares a ese precio?). Y además, su relación con el paralelo, que supo estar cerca de $ 16 y ayer cerró en $ 12,90.
Una encuesta rápida entre economistas de tendencias diferentes arroja como denominador común la creencia de que el dólar oficial está atrasado y, por consiguiente, barato y que el Gobierno que venga no tendrá muchas opciones en materia cambiaria que algún tipo de devaluación del peso.
En el mercado hacen los números. Hoy la brecha entre el oficial y el paralelo es de 47%. Una futura unificación del dólar con un nuevo gobierno, que consiga financiamiento con más facilidad que el actual, la podría hacer bajar al 20%. Ni un salto cambiario de 30% en el oficial justificaría un paralelo de 15 o 16 pesos. Y, por eso, bajó.
Pero además, un dólar paralelo de 16 pesos representaría una suba del orden del 23% que es la tasa de interés que hoy se paga en los bancos por depósitos a 90 días.
Cómo resultado de ese razonamiento, una parte de los tenedores de pesos estaría optando por hacer un plazo fijo apostando a que el dólar se mantenga aquietado durante los próximos meses.
Creen que a fin de marzo empezarán a entrar los dólares de la soja y, aunque fracasó una operación en el exterior para conseguir US$ 2.000 millones liderada por dos gigantes financieros, una parte importante de los operadores actúa en la creencia de que el Gobierno conseguirá dólares para mantener la estabilidad cambiaria.
Respecto de la caída operación liderada por el JP Morgan y el Deutsche Bank, por objeciones planteadas por el juez Griessa, surgieron versiones encontradas sobre si se podría o no reflotar en el corto plazo.
La que daba por caída la operación se basaba en que la Argentina no podría emitir bonos afuera si el fondo de Paul Singer, principal litigante contra el Gobierno, sigue merodeando la ruta del dinero K.
Otra versión indicaba que el apetito financiero por el alto rendimiento de los bonos argentinos es tan alto en el actual contexto internacional que podría pasar por alto aquellas objeciones. 
El otro indicador claro de que el gobierno que viene ya está financiando al actual es la apuesta a que en algún momento habrá menos subsidios para la luz en el GBA y la suba de las tarifas permitirá empezar a reducir el déficit fiscal que ronda 4,5% del Producto Bruto.
Cómo muestra, podría tomarse la suba de 58% en un año de la acción de Edenor, una empresa que viene soportando el congelamiento tarifario desde hace más de diez años.
La apuesta a que en el futuro habrá menos subsidios para algunos consumos también forma parte del costo político que ya pagaría el próximo gobierno en beneficio del actual.
Mientras tanto, el dólar quieto, una moderación de la inflación y aumentos salariales del orden del 30%, que van surgiendo de las primeras paritarias, comienzan a perfilar un repunte de la actividad económica cuyo alcance dependerá de cuántos dólares puede destinar el Banco Central al pago de importaciones.
Sin desbordes, la idea de que el futuro gobierno, se trate del que se trate, intentará corregir algunos desequilibrios graves del actual, va perfilando el costado económico de un año electoral intenso. 

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